8/10/08

Cliché nº 1: Tiquitiquití



Hay varios temas que me han estado rondando en la cabeza por estos días, y me sucede que cada vez que se me “cruzan” veo en ellos tantos clichés que los evito, los hago ubicarse en una esquina oscura de mi cabeza y trato de que no me vuelvan a molestar… pero son metódicos en sus insistencias.
Voy a partir por uno solo. El que se alimenta por la radio. Quizá ustedes también han sido objeto de esta tortura que algunos llaman “publicidad” (lo siento, mi hermano es publicista y he desarrollado alta estima por quienes, como él, son capaces de generar buen material… pero esa ya es harina de otro costal). No recuerdo bien la letra, pero tenía una frase que era algo así como “el amigo de lo ajeno no va a escuchar tus lamentos”. Una cancioncita, hecha en base a una cueca, en donde la Fiscalía Nacional y los gobiernos regionales llaman a que los chilenos andemos con el bolso bien cerrado en la calle, no vaya a ser que alguien se apropie de nuestras pertenencias.
La primera vez que lo escuché quedé helada. “¡Chuta!”, pensé, “no he metido la cartera detrás del asiento”. Esperé a estar en un semáforo, cerré el bolso y lo puse en el piso de atrás. Revisé, por segunda vez ya, que los pestillos estuvieran abajo y las ventanas abiertas solo un poco, “no necesito más, si total todavía hace un poco de frío”, pensé.
Pero después me di susto. Mi reacción y lo que pensaba solo mostraban lo asustada que estaba. Un reflejo más del temor con el que me paseo por la calle cuando está oscureciendo, especialmente después de que en Providencia, que es donde me muevo, dos jóvenes acuchillaron a un tercero sin motivo alguno. Del susto que tengo de dejar el auto en cualquier parte y las maromas que intento para no andar cargando con nada que pueda llamar la atención. Del tiritón que me da cada vez que vuelvo de algún fin de semana en la playa cuando tengo que abrir la puerta del departamento y rezo para que nadie haya entrado.
Entonces el cliché, en cualquiera de sus formas, surge inevitablemente. ¿Existe la justicia en Chile? ¿Qué es lo que no funciona? ¿Por qué me tengo que defender, esconder y cuidar? Etc., etc. Pero entonces es que me doy cuenta que no por ser un cliché es menos cierto el hecho de que el sentimiento de inseguridad que tengo, y que sé muchos comparten, es injusto para quienes trabajan y se esfuerzan por vivir dignamente en un país en donde la falta de oportunidades, de inversión en educación y de “chilenos creyendo en los chilenos” (lo lamento, pero es la hora de los clichés) ha generado un cuello de botella en el cual para un sector de la población es mejor robar y asaltar que ser empleado o intentar emprender un negocio.
Me acuerdo de una conversación que tuve con un amigo. Él me trataba de explicar cómo se interpretaba la ley y la situación en que se veían muchos jueces. “imagínate”, me decía, “que tení a un gallo que se robó una bici porque tenía hambre, y ojo que eso pasa, o que tenía que pagar una cuenta y con lo que le den por ella le alcanza. ¿Cómo le vas a imponer una pena alta? ¿Le vas a cobrar una multa? ¿Qué hací?”. Y quizá soy muy niña o muy ingenua, algunos me dirían hasta comunista , pero le encontré la razón. Mi sueldo me alcanza para comer, vivir y vestirme. Si quiero andar en auto tengo esa opción, si me enfermo voy a una clínica y tuve la opción de ir a la universidad y de viajar bastante tiempo. Vivo una vida de lujo para muchos. ¿Quién soy yo para condenar a alguien que roba para comer?
Tiempo después, entramos con mi marido a una tienda. No estuvimos dentro más de 15 minutos, pero no se necesitó más. Por segunda vez en el año le habían cortado un buen candado para bicicletas, y esta ya no estaba. Quizá el que se la llevó no tenía que comer y nosotros no tenemos ese problema, pero entonces lo que me pregunto es, ¿tengo menos derechos por eso? ¿Por qué si yo pago mis impuestos, y no hago uso de ellos en los servicios básicos, no se crea con ellos y los de todos los contribuyentes una mejor calidad de vida para todos? ¿Por qué no tratar de hacer bien las cosas? Pero no, mejor no seguir, que estas preguntas solo lograrán etiquetarme de tonta, ingenuota y quién sabe qué más. Es mejor olvidarse de los clichés y ponerse a escribir, como todos, sobre la crisis financiera. ¡Vaya nuevo chupacabras que nos ofrecen las finanzas mundiales!