12/10/07

El idiota inteligente

Ayer, en una conversación afirmé que encontraba que Joaquín Lavín era un idiota. Un tipo inteligente, del que no se podía negar que ha hecho cosas y presentado proyectos, pero un inteligente que a la larga me parece eminentemente estúpido.

Entonces la pregunta que se alzó fue ¿cómo lo puedo encontrar imbécil e inteligente a la vez? Y a mi modo de ver es bastante simple.

La oposición no es sólo un espacio en el cual se da trabajo a aquellos que no alcanzaron el gobierno y la abundante repartija de cargos que éste implica. La oposición es por sobre todo una necesidad de la democracia. Es una herramienta de control del gobierno, de juez, de crítico y, por sobre todo, de voz de una ciudadanía alicaída y opaca como la nuestra.

Ser oposición NO es oponerse a todo, no es pasársela criticando con los mismos ideales y conceptos añejos, no es tratar de “atrincar” constantemente a ministros y autoridades, no es tampoco un pedestal desde el cual quejarse de lo mal que está el país, de lo mala que es la otra coalición, de la maldición de Pinochet, etc. Ser oposición es ser constructivo. Es criticar y proponer, es ver la necesidad de proyectos y generarlos, es analizar concienzudamente las propuestas de gobierno y dar soluciones factibles allí en donde existen vacíos. La oposición, de este modo, no saca nada con que los diputados de su bancada levanten pancartas haciendo referencia a las promesas incumplidas de Lagos. Su labor fue haberlo dicho en su momento, en vez de dejarse comprar en la comisión investigadora MOP-GATE y decidir que Lagos no tenía culpabilidad alguna. Ejemplos abundan, pero no me voy a quedar en ellos, mejor es retomar el hilo inicial. Por que es ésta la razón de que encuentre a Lavín un idiota.

Su labor dentro de la oposición es ser oposición. Ello no implica que no pueda creerle todas las intenciones a la presidenta, pero de ahí a creerle todo hay muchísima distancia, y esa es la distancia que está tomando de la oposición y de su función.

En sus ansias presidenciales (porque, por favor, no caigamos en la hipocresía de decir que no las tiene) Lavín se ha alejado de su coalición para afirmarse de un endeble apoyo del gobierno. Endeble porque fuerte no va a ser para quien se define como “gobiernista-oposicionista”, como que no es ni uno ni el otro, una cosa tibia, sin compromisos y que trata de ganarse los votos populares que admiran la calidez de la presidenta pero que quieren un cambio en el gobierno. Entonces, si el presidenciable le cree todo a la presidenta, ¿le cree también sus decisiones para la elección de los inquilinos de la Moneda? ¿le cree que eligió a los mejores de los mejores? Por que de ser así, quizá él elegiría de ministro de interior a Velasco o de planificación a la Hardy. Con Lavín nunca se sabe, y ahí demuestra un tipo de inteligencia diferente, inteligencia política… la misma que yo llamo imbecilidad, y la razón de porque éste señor es para mí modelo perfecto del idiota inteligente.

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